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martes, 27 de noviembre de 2007

Cifras negras

Estas son algunas conclusiones acerca del trabajo presentado en Pucón, en el congreso de Historia de Chile.
En definitiva, y teniendo presente que una considerable fracción de la población pehuenche tardía quedó al margen de las estimaciones, no parece aventurado presumir que ésta pudo bordear las 15.000 almas, antes más que menos, al decaer la dominación peninsular. Sin embargo, los padrones aborígenes se muestran los bastante mezquinos como para que, afincándonos en sus datos, logremos vislumbrar, en toda su riqueza intrínseca, la conformación demográfica de las entidades serranas. Esto es particularmente cierto en el caso de los contrastes demográficos que las matrículas de indios traslucen. Desconocemos, hasta qué punto la desproporción numérica de los sexos refleja una disparidad real o es meramente la expresión de yerros estadísticos tributarios de la premura, la negligencia o la simple ignorancia de los hombres que tuvieron a su cargo la elaboración de los registros censales.
Censo 1920
Concepción Ninguno
Arauco 4.980
Biobío 1.372
Malleco 11.813
Cautìn 58.303
Valdivia 19.967
Llanquihue 8.967

Consideramos entonces en 1920, un total de 120.000 mapuche, de los cuales la fracción pewenera llega a los 1.536
Existen entonces 3 aillarehue, uno de pehuenches, puelches y poyas, con un total de 40.000 almas. (Danneman, 1989)
De encontrarnos frente a la primera de ambas posibilidades, casi es de rigor preguntarse por el porvenir demográfico de una entidad étnica afectada por un desequilibrio de esta naturaleza, el cual, alguna traducción debió tener en los dominios de la natalidad, del crecimiento vegetativo y otros semejantes. A la luz de los antecedentes actuales, cualquier apreciación que sobre este particular pueda venirse deberá, al menos por ahora, someterse al beneficio de la duda.
Como quiera que haya sido, una población pehuenche hondamente aculturada y, en cierta medida, vitalizada por el aporte biológico de la etnia más pujante de los llanos —la araucana— mantenía, al declinar el orden colonial, su viejo arraigo al espacio andino. A diferencia de puelches y chiquillanes que tienden a desdibujarse o a disolverse étnicamente, los pehuenches de la primera centuria republicana lograron persistir, pero al precio de tolerar nuevas modificaciones de su textura cultural y de las formas sociales tradicionales.

Historia

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