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martes, 18 de noviembre de 2008

prueba octavo

El mundo de la posguerra

Luego de la Segunda Guerra Mundial, dos superpotencias marcaron gran parte de la posguerra y del siglo XX con sus enfrentamientos ideológicos: la Unión Soviética, liderando al este o comunismo, y Estados Unidos, encabezando al oeste o capitalismo. Por ello es necesario revisar algunas etapas de sus complicadas relaciones, que algunos entendidos han denominado: guerra fría y coexistencia pacífica. Luego, describiremos algunos de los hitos más importantes de estos períodos.

La guerra fría

José Stalin, líder de la URSS, quería firmemente consolidar la posición de su país en los estados de la Europa oriental, como una manera, también, de protegerse del mundo capitalista occidental. Por otro lado, Harry Truman deseaba contener la expansión comunista mundial. Un método fue el Plan Marshall, por el cual se auxilió económicamente a las naciones amigas, en especial europeas, como una forma de fortalecerlas también políticamente, evitando la instalación del comunismo. Las dos superpotencias esperaban debilitar a su enemigo, apoyando a los grupos partidarios de cada causa, pero sin llegar a un enfrentamiento bélico directo, debido a que ambas contaban con poderosos arsenales nucleares. Por eso, este período, que algunos estudiosos han ubicado entre 1947 y 1962, fue bautizado como guerra fría, un estado intermedio entre la guerra declarada y la paz. Sin embargo, el miedo a la guerra nuclear no significó que no hubiera enfrentamientos bélicos, como la Guerra de Corea, o situaciones tensas como la crisis de los misiles en Cuba, y una serie de conflictos en la Europa oriental, como luego veremos.

Con estos antecedentes, no fue extraño que cada superpotencia propiciara alianzas militares como las siguientes: En abril de 1949 nació la Organización del Atlántico Norte, OTAN, creada por Estados Unidos y otros países: Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Islandia, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos (Holanda), Noruega y Portugal. Por su parte, la URSS promovió el Pacto de Varsovia, en mayo de 1955, que firmaron Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, República Democrática Alemana, Hungría, Polonia y Rumania.

La coexistencia pacífica

Tras los fuertes roces producidos, la Unión Soviética y los Estados Unidos intentaron alejar el peligro de una guerra nuclear, comenzando el período de la coexistencia pacífica, donde reconocían sus áreas de influencia, por lo que decidieron luchar ideológicamente en aquellas regiones donde aún no estaba claro cuál era la posición a seguir. Entre las razones para llegar a este punto estaba el debilitamiento de los grandes bloques, debido al surgimiento económico del continente europeo, reflejado en la Comunidad Económica Europea (CEE) y del Japón, además de que países como Francia querían alcanzar una fuerza nuclear propia. En el caso de la URSS, algunos de los países bajo su dominio ya habían manifestado sus deseos de independencia, lo que se hizo más frecuente en esta etapa de coexistencia pacífica. Otro factor fue la tendencia anticolonialista, que ya se había iniciado después de la Segunda Guerra Mundial, donde comenzaron a desaparecer los grandes imperios coloniales, en algunos casos pacíficamente y, en otros, después de sangrientas guerras. Así surgieron a lo largo de los años países como India, Pakistán, Indonesia, Marruecos, Túnez, Ghana, Nigeria, Kenya, Uganda, Tanzania y Zambia. Sin embargo, estos nuevos países seguirían dependiendo de los más desarrollados, con lo que se inicia una nueva forma de imperialismo y se generaliza la denominación de Tercer Mundo para referirse a ellos. No obstante, recién en la década del 60 se comenzaron a producir reales acercamientos entre las grandes potencias, favorecidos por las intensas protestas en Estados Unidos como consecuencia de la guerra de Vietnam y los problemas económicos que afectaron al poderoso país norteamericano. De la misma manera, en la Unión Soviética igualmente hubo presiones por mejorar el bienestar económico. Por ello se suscribieron varios acuerdos comerciales entre esa nación y Estados Unidos. Por último, la calidad de potencia mundial que alcanzó China fue otro foco de atención. Estados Unidos, a través de su Presidente Richard Nixon, y de su Secretario de Estado, Henry Kissinger, se acercó a los asiáticos, liderados por Mao Tse Tung, por su actitud moderada a pesar de tener un gobierno marxista, aunque desligado de la URSS. Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años para que la tensión entre estos dos bloques superpoderosos llegara a su fin, con el derrumbe de la Unión Soviética, a partir de 1985, debido a la influencia de Mijail Gorbachov, en una materia que veremos más adelante.

Problemas tras la cortina de hierro

Tras la “cortina de hierro”, como se denominaba a los países de la órbita soviética, hubo varios levantamientos que fueron reprimidos por la URSS. El más sangriento fue el de Hungría, producido entre octubre y noviembre de 1956. En las ciudades de ese país murieron más de 25.000 húngaros y unos siete mil soviéticos en una muestra de violencia que conmocionó al mundo. La ONU condenó la invasión y la carrera atómica se aceleró entre Estados Unidos y la URSS. En el caso de Alemania, con anterioridad ya se había producido un grave roce entre las grandes potencias. El creciente conflicto Este-Oeste había hecho imposible la administración conjunta de la capital, Berlín, por parte de Inglaterra, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética, que la habían dividido entre sí. Los tres primeros países habían unido sus partes en una sola, que, a su vez, constituyó una isla en medio de la zona de ocupación soviética. En 1948, la URSS impidió el tránsito de personas y mercancías entre Alemania Occidental y Berlín Occidental. Ante esto, las potencias occidentales establecieron un puente aéreo, por medio del cual abastecieron, durante diez meses, a los dos millones de berlineses occidentales. El bloqueo fue levantado en mayo de 1949. Años más tarde, en 1961, la República Democrática Alemana, ante la persistente huida de millares de personas a Alemania Federal, y con ayuda soviética, cerró la frontera entre los dos sectores y levantó luego un muro, tristemente conocido como el muro de Berlín, símbolo de la profunda división Este-Oeste.

Comunismo americano

Por otra parte, el comunismo internacional conquistó un primer gran triunfo en América. En 1959, luego de una larga lucha, Fidel Castro puso fin a la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Tiempo después adoptó la doctrina marxista y Estados Unidos decretó un bloqueo económico sobre la isla. Castro se alió con la Unión Soviética, de la cual recibió ayuda militar y económica, y llamó a América a luchar contra el imperialismo norteamericano y a marchar hacia el socialismo. Pero otra situación más grave esperaba a Estados Unidos en Cuba. En 1962, bajo el gobierno de John F. Kennedy, aviones espías norteamericanos descubrieron que en la isla se habían instalado misiles soviéticos, que en cualquier momento podían ser lanzados contra el territorio estadounidense. Kennedy estableció un bloqueo naval total contra Cuba. El planeta se encontraba, como nunca antes durante la guerra fría, al borde de un nuevo y terrible conflicto mundial. Nikita Kruschev, líder de la URSS, prefirió ceder y aceptó retirar los cohetes desde Cuba.

La guerra de Vietnam

Después de la Segunda Guerra Mundial, durante el período de coexistencia pacífica, una de las guerras más crueles y sangrientas fue la de Vietnam, en la que murieron un millón de norvietnamitas, 400.000 sudvietnamitas y 47 mil norteamericanos. Este conflicto, que se inició como una guerra de guerrillas en 1946, duró hasta 1975. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Francia trató de restablecer su dominio colonial sobre Indochina. Hô Chi-Minh lideró la lucha contra la intervención gala y proclamó en Hanoi la República Democrática de Vietnam, contra la que nada pudieron hacer las fuerzas francesas. Hô Chi-Minh estableció en Vietnam del Norte un régimen socialista de inspiración marxista, y obtuvo el apoyo masivo de la Unión Soviética y China. En Vietnam del Sur se instaló un gobierno independiente y anticomunista, bajo la dirección de Ngo Dinh Diem, quien obtuvo la protección y apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, Diem gobernó arbitrariamente, creando las condiciones necesarias para que la causa del Frente de Liberación Nacional (Vietcong), procomunista, prendiera en Vietnam del Sur. Al ver que el Vietcong recibía apoyo de Vietnam del Norte, Estados Unidos intervino, preocupado de que el comunismo penetrara en toda Asia a través de Vietnam del Sur. Bajo el gobierno de Lyndon B. Johnson se comprometió la participación masiva de los norteamericanos. En 1967 combatían más de 480 mil soldados estadounidenses y Vietnam del Norte era bombardeado constantemente. Sin embargo, la resistencia norvietnamita fue notable, y pronto, en la propia Norteamérica, comenzaron las protestas y críticas por la brutalidad de la lucha. Así, en 1975, el entonces Presidente estadounidense Richard Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger, ordenaron el regreso de las tropas norteamericanas. En 1976 nació la República Socialista de Vietnam.

El nuevo orden mundial

Si bien en la década del 70 las grandes potencias intentaron propiciar algunos acercamientos, durante el cual Richard Nixon visitó la Unión Soviética y China, reconociendo al gobierno comunista de este último país, no fue sino hasta la década de los 80 cuando comenzó la real apertura y el cambio del equilibrio mundial.

La guerra fría dejó de existir ante el colapso, en 1989, de la Unión Soviética y del comunismo soviético. Surgieron nuevas democracias en Europa Oriental, África del Sur y América Latina, y comenzó a dominar el imperialismo económico occidental, aunque en Asia prosperaron nuevas economías y algunas de Europa se hicieron más fuertes. La guerra del Golfo (1991) confirmó el liderazgo de Estados Unidos sobre el mundo y el inicio de la conquista de nuevos mercados por parte del capitalismo financiero.

Perestroika y glasnot

En 1985, Mijail Gorbachov asumió como secretario general del partido comunista de la Unión Soviética. De inmediato propuso un programa de profundas reformas para modernizar el sistema socialista, lo que denominó perestroika, y también impulsó el desarrollo de las libertades básicas y la transparencia informativa, a través de la glasnot. También buscó reducir la carrera armamentista, debido al alto costo que significaba y que iba en perjuicio de las condiciones económicas de los soviéticos. El tratado de Washington, de 1987, firmado por él y el Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, disminuyó en un quinto las armas nucleares de alcance medio existentes. Además, retiró sus tropas de Afganistán y renunció públicamente al expansionismo en el Tercer Mundo.

Cambios en Europa Oriental

Las decisiones de Gorbachov trajeron como consecuencia el desmoronamiento de los regímenes comunistas imperantes hasta ese momento en la Europa Oriental, apareciendo con fuerza los nacionalismos. El ejemplo más notorio de que las cosas estaban cambiando radicalmente fue la reunificación de las dos Alemanias, con la destrucción del simbólico muro de Berlín en 1989. También en Polonia se dio una larga lucha, a partir de 1980, contra el gobierno comunista, a través del líder del sindicato de trabajadores Solidaridad, Lech Walesa, quien asumió la presidencia de su país en 1990. Luego fueron Hungría, Checoslovaquia y Bulgaria quienes abandonaron pacíficamente el comunismo. Solo en Rumania la transición fue violenta, al negarse su Presidente, Nicolae Ceausescu, a dejar el poder. Después de seis días de lucha fue depuesto y fusilado.

Historia

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